Antiguamente, la acequia se usaba para múltiples fines: desde lavar la ropa o pescar, hasta como piscina municipal.
Pero, como todo en esta vida, este lugar también ha pasado por sus pequeñas
"recesiones". Hace algún tiempo, la cantidad de agua era mínima, pero poco a poco las lluvias volvieron a nuestro pueblo y la acequia se recuperó de su crisis.
Y es que... ¿Quién no recuerda este lugar en su niñez? Muchas son las historias ocurridas en el entorno de la acequia y poco el espacio para reunirlas todas... La acequia fue, es y será un sitio de reunión, de juego y de relax... oir el suave surruro del agua correr y de la hojas de sus árboles, invita a pasar una tarde deliciosa, solo/a o acompañado/a. Sin embargo, ahora la cosa ha cambiado... ya no se ve este lugar como un tesoro natural, sino como un basurero... sí, UN BASURERO... porque no es la primera vez (aunque espero que sí la última) que encuentro a gente arrojando desperdicios a la acequia (por no decir una palabra malsonante). Sobre todo en las fiestas patronales; al tener las casetas justo al lado de una parte de la acequia... muchas son las personas que prefieren destrozarla, antes de andar unos pasos hasta el contenedor.
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